HAY MUCHAS MÁS cosas en el universo de lo que salta
a la vista: luz invisible, sonidos que no se oyen, mundos microscópicos
en un grano de arena, campos magnéticos y eléctricos,
átomos… Por eso los científicos tienen que ser muy
cuidadosos en la observación. El que no ve maravillas en las
cosas más cotidianas no puede ser científico.
Los
artistas también son avezados observadores. Durante mucho tiempo
los pintores se dedicaron a plasmar en sus cuadros escenas realistas
que podrían haber sido fotografías. Se afanaban en representar
el cuerpo humano con todo detalle. Ponían atención a los
pliegues de las telas y al juego de luz y oscuridad, cuidando que las
sombras estuvieran en su lugar. Los escritores usaban detalles que a
otros se les hubieran escapado para describir las situaciones en que
se encontraban sus personajes. Los compositores a veces trasladaban
sus impresiones de la naturaleza al mundo de los sonidos musicales.
Leonardo
da Vinci, el más famoso de los artistas-científicos, daba
mucha importancia a la observación y decía que era indispensable
“saber ver”.
Pero
¡cuidado!: la vista (y los otros sentidos) puede engañarnos…